Nuestros hermanos son esos mejores amigos que no tuvimos que escoger.
Esas personas que nos han obligado a “renegar” de ellos, que nos han molestado,
que nos han ignorado y que nos han sacado de quicio en incontables veces. Esas
personas que a pesar de todo siempre y están y por las que siempre estaremos.
Sea como sea, la relación entre hermanos es de las más intensas que
viviremos y de las que más altibajos tendrán. Sin embargo, es casi de ley que
prevalezca un sentimiento de amor incondicional que forje una relación
fraternal duradera que nos brinda la oportunidad de realizar nuestro recorrido
vital acompañados.
Si bien no todas las relaciones fraternales son un buen ejemplo de
relación positiva, lo normal es que los hermanos permanezcan unidos y que
compartir amor, juguetes y alegrías sean las anécdotas más entrañables que
guardamos en la retina de nuestra memoria.
Un hermano es un recipiente de memorias de la infancia y un registro
de cómo crecieron los sueños.