martes, 25 de junio de 2013

Controlar las emociones negativas


Es una emoción tan pesada que nos derrumba. Se lleva toda la energía. Por eso, no solo desemboca en la temible depresión sino en el síndrome de fatiga crónica. Para mantenerla en equilibrio, hay que cambiar algunos métodos equivocados.  


La vida nos hace pasar por intensos momentos de tristeza, abatimiento, desesperanzas y, a veces, hasta llegamos a deprimirnos. No tenemos motivaciones ni interés en el trabajo y llegamos al extremo de sentirnos agotados. Estos estados pueden durar unos días, pero cuando se instalan y alguien se siente así durante largos períodos de sus vidas, su salud está en riesgo.
     La capacidad de conocimiento de uno mismo es lo que ayuda a hacer un buen ajuste emocional. La tristeza es una emoción natural, que surge como expresión de la vivencia de pérdida. Las personas que desarrollan más inteligencia emocional, tienen más capacidad de superar la tristeza y evitar que se transforme, finalmente, en depresión.
   Una instancia de desequilibrio intermedia de un mal manejo de la tristeza es el “síndrome de fatiga crónica”. En estos casos, vemos que personas jóvenes, inteligentes y capaces, que han sido enérgicas y muy activas, experimentan, casi sin motivo, cuadros de cansancio, con dolores musculares, deseo de estar acostadas y hasta llegan a levantar fiebre. El cuerpo puede estar  hablando en su lenguaje de síntomas de una pérdida o una gran tristeza que ha sido sofocada o pasada por alto. Para que vuelva a hablar en lenguaje salud, los mejores caminos son el autoconocimiento y el mirar hacia el propio interior.
    Cuando no escuchamos a nuestro cuerpo, casi como un intruso, pensamientos indeseados se instalan en la mente produciendo una especie de horrible “rumiación” que nos agota. Son pensamientos que implican cierta discrepancia entre lo que se siente y se hace. Normalmente, aparecen de manera voluntaria y nos acompañan día y noche. Pueden estar ligados a perdidas, desilusiones, vivencia de culpabilidad o dolores viejos, frustraciones y tristezas.
     En general, se presentan de esta manera:
. Son pensamientos recurrentes, ajenos a la voluntad y persistentes.
.  Suelen ir acompañados por malestar. Causados por emociones fuertes vividas en el pasado, aunque no tengan ese contenido.
.  Cuando más se trata de no pensarlo, se vuelven más fuertes.
.  Cuando estamos tristes, la energía vital y los intereses no están dirigidos hacia el mundo externo y, entonces, tenemos la posibilidad de estar más reflexivos y escuchar al mundo interior.

Tristeza

Acción y reacción

    La tristeza aparece frente a una pérdida, una desilusión o un enojo como una anulación de los sentimientos. Es algo así como llevarlos y guardarlos en un frasco interior.
     La reacción está vinculada a la forma en la que se vive la perdida, sobre todo, cuando se sobrevalora o exagera su significado. También, cuando se la intenta minimizar o se niega el efecto que tiene.
      La negación es una forma de analgésico que hace “desaparecer” el dolor por una pérdida, pero no lo resuelve y sus “efectos colaterales” aparecen rápidamente, uno de ellos es la tristeza o el desgano.
       Con el tiempo, se transformará en depresión.

¿Qué hacer?

       Gracias a la capacidad de reconocimiento de los propios sentimientos podremos abordar la tristeza sin anularla. Por eso, tenés que escuchar  tu propio interior, aprovechando esa emoción que de por sí, nos pone más reflexivos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario