Es una noche de sueños utópicos, nada romántico, y volando en
la nostalgia.
Contrariamente a una escena romántica, de una noche estrellada
y con la luz de la luna; Ésta, es una noche muy fría, metida en la cama, tapada
hasta las orejas, de piyama y soquetes; Y el desvelo, que se hizo presente.
En mi mente, millares de pensamientos, que parecen jugar a
las escondidas; entran, salen, se ríen, lloran, muy revolucionadas. Pero aparece
uno, muy tímido; se asoma y vuelve a esconderse, como asustado. Es el
pensamiento de un nuevo Amor. Palabra muy grande para él, que lo asusta y
achica.
Sí; como es nuevito, recién son lindas sensaciones,
inseguras, curiosas; de deseos; imaginarias; y también dudosas, de ser
verdaderamente correspondido.
Pero, conoces de los sentimientos del otro? No, aún no lo sé.
Sólo sé que, un gustito hay; algo lo moviliza, pero, se comporta algo distante;
no demuestra mucho interés; es muy reservado y medido.
Pero, en esa de, entrar y salir pensamientos en mi mente, de
pronto, se hacen presentes, los pensamientos, de reflexión y el que todo lo
cuestiona; y juntos al pensamientos de los sentimientos, forman un trio de
amistad; pues, este último, ya no está en la etapa de la juventud, en sus
comienzos de sus primeros amores. Por lo
contrario, ya maduro y experimentado. Pero, deseando renacer, y revivir viejos
sentires, y compartir momentos placenteros, disfrutando de ellos, con total
libertad.
Entre ellos, hablan, discuten y a la vez, se ríen, por los
acuerdos a que arriban. Hacen mucho
bochinche, están muy excitados. Tanto, que han producido este desvelo.
Para serenar un poco esta excitación, hago a un lado a estos
bochincheros, cierro los ojos, y traigo al momento, el pensamiento de los
sueños e imaginación; dejándome llevar, en un vuelo imaginario.
Todo es bello desde esa altura; y al doblar en una esquina,
me encuentro con el pensamiento del deseo, que se encontraba ruborizado, porque
la pasión lo había asaltado, y hecho acalorar.
Entonces, abro los ojos, y retorno a la realidad. Con tanta
revolución, la temperatura subió; la frazada a un lado quedó, y abrazada a la
almohada.
Y ya algo cansada, decido relajarme. Me acomodo entre los almohadones
mullidos y suaves, y me entrego en un sueño profundo.
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