sábado, 13 de abril de 2019

LLEGUÉ A MI SEXALESCENCIA... (MIS 60)

 
Ya estoy ahí!...  por cumplir los 60, en la etapa de la Sexalescencia, una nueva forma de vivir los 60. Es como una segunda adolescencia. Pero a diferencia de los chicos, nosotros sabemos bien lo que queremos, disfrutamos del tiempo libre, nos divertimos y no pensamos sentirnos viejos. Es la hora de las asignaturas pendientes.
Todos me dicen, que no aparento tener esa edad; o al menos no doy la imagen, que hasta hace poco, tenía una mujer de 60. 

Estoy vestida impecable, a la moda, con el pelo arreglado; y aunque muy poco maquillaje, pero perfecto. A esta edad decidí que quería tener mi propia independencia, así que realizo mis pequeños trabajos, a gusto y a mis tiempos. “No puedo creer, disponer de tanto tiempo para mí.”
Además realizo otras actividades totalmente placenteras, como escribir, leer, cantar, participar en un coro, y las infaltables caminatas o bicicleteadas, para el disfrute de la naturaleza; Además, mi pasión siempre fueron las plantas y ahora, por fin, dispongo de tiempo para mantener mi jardín impecable.
También están las salidas sociales y eventos culturales, y las reuniones con mis amigos; y si Dios quiere, comenzaré a viajar (mi asignatura pendiente). Pues tengo dos hijos, el mayor, ya casado y dueño de su vida; y el menor, aún adolescente, por lo que aún, depende de mí.
Yo pensaba que cumplir 60 era terrible, siempre fui súper coqueta y me imaginaba con el pelo blanco, ayudando a mis nietos… (Aún no tengo nietos; y sí, el pelo blanco; pero está de moda) ¡Y que, me moriría de la depresión!  Pero, no, hay otras opciones, sobre todo si uno se siente bien y con ganas. Es una etapa genial.
Quedan atrás, los malos momentos que te hace pasar la menopausia, y es como un renacimiento. Siempre les aconsejo a mis amigas que no se conviertan en ‘viejas de 60’; se puede ser una joven de 60, y estar elegante, y a la moda, afirmando el estilo propio que a esta edad ya es único”.
No tengo la figura que tenía a los 40, pero no me molesta. Puedo comer una buena torta sin culpa. Al fin y al cabo, ya pasé los 60”.
Nosotras, las nuevas chicas de 60, somos saludables, curiosas y activas; nos sentimos en buena forma (aunque, tampoco puedo generalizar; pero sí, en la mayoría), hemos superado muchos tramos difíciles de la vida, y sabemos verla con los ojos de la experiencia.
Esta nueva etapa nos ofrece un tiempo, sin tantas responsabilidades; nuestros hijos están grandes y, aunque en algunos casos, tienen nietos, no se esclavizan con ellos. “Me gusta disfrutarlos, pero hijos ya crié”, dicen. Por eso, como disponemos de más tiempo libre, podemos elegir actividades nuevas, con la sabiduría del que ya sabemos, para qué es bueno, y para qué no. Sin temor al fracaso, y con ganas de disfrutar cada día, nos divertimos sin complejos, ni culpa, y aprovechamos las cosas más sencillas de la vida: hacer las compras para el almuerzo, caminar al sol, leer un libro, tomar un curso, enamorarnos, o animarnos a un crucero. ¿Adolescentes de 60? Algo así: sexalescentes.
“No son las arrugas las que denotan la edad, sino la postura, la actitud, o los temas de conversación”.
Hoy podemos descubrir esta nueva franja etaria que antes no existía. Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra “sexagenario”, sencillamente porque no figura entre los planes actuales, el empezar a sentirnos viejos. Algunos, en tono de broma, se llaman “sexygenarios”. Se trata de una verdadera novedad demográfica, parecida a la aparición, en su momento, del término “adolescencia”, que surgió a mediados del siglo veinte, para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos crecidos.
Así, los de 60 estrenamos categoría. Estamos plenos física y emocionalmente, y recordamos la juventud sin nostalgia, porque esa etapa también está llena de conflictos…  
Muchos sueñan con jubilarse, entregarse al deterioro, o vencerse ante la enfermedad.
Más que jubilados, vivimos con júbilo, e intentamos contagiar a nuestros pares, una actitud de alegría y ganas de vivir. 

UN NUEVO HORIZONTE 



Son muchos los sexalescentes que, al parecer, aprendieron a aceptar su condición, posibilidades y  estado civil. Se les animan a los duelos porque descubrieron los beneficios de no tenerles miedo a la muerte, a la soledad y a la exclusión. Dan cátedra de curiosidad, creatividad, voluntad y esperanza, entre muchas otras virtudes y fortalezas. Lo más interesante es que, si bien algunos pudieron elegir qué vida llevar, están también quienes a los 60 se dan cuenta de que, más allá de ciertas mañas severas, están a tiempo de descubrir algo nuevo. Se le atreven a los proyectos postergados o, al menos, intentan modificar algunos hábitos y costumbres que, en definitiva, nunca quisieron para sus vidas.
Muchos médicos y psicólogos, sugieren que este fenómeno de la sexalesencia, tal vez tenga que ver con la aparición de lo que empieza a denominarse la “cuarta edad”: gente que vive de los 80 a los 100 años, en perfecto estado de salud.
Según la socióloga María Inés Pacenza, dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un lugar especial: “Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad (mientras que sus madres sólo podían obedecer) y de ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado con ocupar. Esta mujer sexalescente fue capaz de sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los años sesenta. En aquellos momentos de su juventud, en los que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, muchas eligieron tener hijos y pocas eligieron no tenerlos. Fueron periodistas, atletas o crearon su propia empresa. Pero cada una hizo su voluntad. Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando a diario. Pero algunas cosas ya están claras: no son personas detenidas en el tiempo; la gente de 60 maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escriben –y se ven- con los hijos que están lejos, y hasta se olvidan del teléfono porque prefieren chatear con sus amigos o escribir mails con sus ideas y vivencias. Rara vez se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes, los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Cuando pierden, reflexionan, toman nota…y a otra cosa”. 

EL AMOR MADURO 


A las sexalescentes, la apariencia física no les preocupa, de la misma forma que antes. Les gusta verse bien, pero cultivan su propio estilo, y conocen como nadie, la psicología masculina, son expertas en el arte de la seducción,  y distinguen la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
“A los 60, el amor puede ser tan fuerte como en la juventud. Se tienen la misma ansiedad, nervios, miedos y vergüenzas. Se está frente a una primera vez, el primer encuentro entre esa mujer y ese hombre; pero las expectativas y los proyectos no son los mismos. La búsqueda ya no apunta tanto a la convivencia, o a formar una familia.
Se pretende compañía, para compartir salidas, alegrías y tristezas, contar con alguien que escuche, que apoye, y contenga. La razón y el enamoramiento se entrecruzan, y se complementan, y las experiencias vividas, negativas o positivas, van a influir en las necesidades y expectativas de la búsqueda de una nueva pareja”, dice la psicóloga Hilda Levy, autora del libro Mujeres de 60.
Y no sólo se atreven a una segunda oportunidad en el amor, sino que también se destacan en cargos importantes, que requieren madurez y experiencia. Allí están mujeres como Michelle Bachelet, a cargo de ONU mujer y Ex presidenta de Chile; Hillary Clinton, secretaria de Estados Unidos; o Ángela Merkel, Presidenta de Alemania. “Ahora reempieza a elegir a estas mujeres experimentadas –dice la socióloga española Rosario Martínez Arias-. Ellas cuentan con otros valores adicionales, propios de su edad, como la seguridad y la gran capacidad de lucha que poseen, ya que han tenido el camino más difícil que los hombres”.
Hace unos años, la consultora Strategy One, realizó para la firma Dove, un estudio en diez países (entre ellos Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Japón), en el que el 87% de las mujeres dijeron que no se identificaban con la mujer que era su madre a su edad, y el 86% se declararon orgullosas de los años que tenían.
“No son las arrugas las que denotan la edad, sino la postura, la actitud, los temas de conversación, lo actualizado de nuestras opiniones y el mensaje que irradia nuestro cuerpodice Hilda Levy-. El sonreír, el saber escuchar, el sentido optimista ante las contrariedades, la jovialidad y lo interesante de nuestra imagen para que los demás disfruten de nuestra compañía”.
Al parecer, estos sexalescentes llegaron para demostrar que el placer no se desvanece con el correr de los años, por más que los sentidos vayan perdiendo, poco a poco, la fidelidad y frescura de la juventud. Todo es, en definitiva, una cuestión de actitud. Ellos intuyen, o saben por experiencia, que el optimismo protege el cuerpo y el alma. Y, por lo que se ve, mal no les va. 

 

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