Un día conocí a alguien que me enseñó un poco más, que lo que ya sabía
del mundo.
No importa si estás en tu casa, tomando un mate, con un pan con
manteca, o si estás probando cosas viscosas, en plena calle Tailandesa.
No necesitas un techo que sea todos los días el mismo, ni los mismos
amigos toda la vida. Necesitas transformarte, y hacerle caso al cambio. Moverte
cuando lo necesites, e ir dejando un camino para atrás que te de orgullo, pero
que no necesites volver a caminar.
Decile "te quiero" o "quédate" cuando tengas
ganas, que sea; es la única manera de sacarte la espina eterna de "que
hubiera pasado, si hubieras dicho lo que realmente querías" aquel día.
Camina siempre a fondo, que la vida es una.... y que no sabemos cuánto dura.
Decile a tus padres, hoy que están, que son parte fundamental, de lo
que sos. Que lo hicieron todo lo bien que pudieron, que los amas... pero que lo
vas a hacer mejor! Y si no están, háblale
al cielo. Pero soltá. Porque llevar cargas está pasado de moda, y sobre todo no
te hace más feliz.
Camina para adelante, sin sentir que atrás, no diste lo mejor de vos.
Muévete, como se mueve el cielo, y el mar... y como se mueve la
tierra. No te aferres a las cosas. Que llegaste sin nada, y tampoco vas a
llevarte nada. Solo momentos. El auto no se va con vos. Ni la casa que te
compraste.
Se van los momentos.
Se va ese día, que pasaste mucho frío, durmiendo en una playa, con la
persona que te gustaba; Se va aquella comida, que hiciste un domingo, y que llenó
la casa de risas; se van los abrazos que
diste, el día que lloraste con todas tus fuerzas, y los te amo que te ganaste,
y sobre todo, los que diste.
No importa nada, cuantos cuartos tenga la casa, porque la habitación
más grande de todas... es el alma.
Camina siempre a fondo. No importa que sea lento o rápido. Tienes la
suerte de elegir cada paso, siempre.
Un día conocí a alguien que me enseñó un poco más que lo que ya sabía
del mundo.
Me contó esto:
"Vayas donde vayas tu casa está dentro"