Ya estoy ahí!... por cumplir los 60, en la etapa de la Sexalescencia,
una nueva forma de vivir los 60. Es como una segunda adolescencia. Pero a diferencia
de los chicos, nosotros sabemos bien lo que queremos, disfrutamos del tiempo
libre, nos divertimos y no pensamos sentirnos viejos. Es la hora de las
asignaturas pendientes.
Todos me dicen, que no aparento
tener esa edad; o al menos no doy la imagen, que hasta hace poco, tenía una
mujer de 60.
Estoy vestida impecable, a la
moda, con el pelo arreglado; y aunque muy poco maquillaje, pero perfecto. A
esta edad decidí que quería tener mi propia independencia, así que realizo mis
pequeños trabajos, a gusto y a mis tiempos. “No puedo creer, disponer de tanto
tiempo para mí.”
Además realizo otras actividades
totalmente placenteras, como escribir, leer, cantar, participar en un coro, y
las infaltables caminatas o bicicleteadas, para el disfrute de la naturaleza; Además,
mi pasión siempre fueron las plantas y ahora, por fin, dispongo de tiempo para
mantener mi jardín impecable.
También están las salidas
sociales y eventos culturales, y las reuniones con mis amigos; y si Dios
quiere, comenzaré a viajar (mi asignatura pendiente). Pues tengo dos hijos, el
mayor, ya casado y dueño de su vida; y el menor, aún adolescente, por lo que
aún, depende de mí.
Yo pensaba que cumplir 60 era
terrible, siempre fui súper coqueta y me imaginaba con el pelo blanco, ayudando
a mis nietos… (Aún no tengo nietos; y sí, el pelo blanco; pero está de moda) ¡Y
que, me moriría de la depresión! Pero,
no, hay otras opciones, sobre todo si uno se siente bien y con ganas. Es una etapa genial.
Quedan atrás, los malos momentos
que te hace pasar la menopausia, y es como un renacimiento. Siempre les aconsejo
a mis amigas que no se conviertan en ‘viejas de 60’; se puede ser una joven de
60, y estar elegante, y a la moda, afirmando el estilo propio que a esta edad
ya es único”.
No tengo la figura que tenía a
los 40, pero no me molesta. Puedo comer una buena torta sin culpa. Al fin y al
cabo, ya pasé los 60”.
Nosotras, las nuevas chicas de
60, somos saludables, curiosas y activas; nos sentimos en buena forma (aunque,
tampoco puedo generalizar; pero sí, en la mayoría), hemos superado muchos
tramos difíciles de la vida, y sabemos verla con los ojos de la experiencia.
Esta nueva etapa nos ofrece un
tiempo, sin tantas responsabilidades; nuestros hijos están grandes y, aunque en
algunos casos, tienen nietos, no se esclavizan con ellos. “Me gusta disfrutarlos, pero
hijos ya crié”, dicen. Por eso, como disponemos de más tiempo libre,
podemos elegir actividades nuevas, con la sabiduría del que ya sabemos, para
qué es bueno, y para qué no. Sin temor al fracaso, y con ganas de disfrutar
cada día, nos divertimos sin complejos, ni culpa, y aprovechamos las cosas más
sencillas de la vida: hacer las compras para el almuerzo, caminar al sol, leer
un libro, tomar un curso, enamorarnos, o animarnos a un crucero. ¿Adolescentes
de 60? Algo así: sexalescentes.
“No son las arrugas las que
denotan la edad, sino la postura, la actitud, o los temas de conversación”.
Hoy podemos descubrir esta nueva
franja etaria que antes no existía. Es una generación que ha pateado fuera del
idioma la palabra “sexagenario”, sencillamente porque no figura entre los
planes actuales, el empezar a sentirnos viejos. Algunos, en tono de broma, se
llaman “sexygenarios”. Se trata de una verdadera novedad demográfica,
parecida a la aparición, en su momento, del término “adolescencia”, que surgió
a mediados del siglo veinte, para dar identidad a una masa de niños
desbordados, en cuerpos crecidos.
Así, los de 60 estrenamos
categoría. Estamos plenos física y emocionalmente, y recordamos la juventud sin
nostalgia, porque esa etapa también está llena de conflictos…
Muchos sueñan con jubilarse,
entregarse al deterioro, o vencerse ante la enfermedad.
Más que jubilados, vivimos con júbilo,
e intentamos contagiar a nuestros pares, una actitud de alegría y ganas de
vivir.
UN NUEVO HORIZONTE
Son muchos los sexalescentes que,
al parecer, aprendieron a aceptar su condición, posibilidades y estado civil. Se les animan a los duelos
porque descubrieron los beneficios de no tenerles miedo a la muerte, a la
soledad y a la exclusión. Dan cátedra de curiosidad, creatividad, voluntad y
esperanza, entre muchas otras virtudes y fortalezas. Lo más interesante es que,
si bien algunos pudieron elegir qué vida llevar, están también quienes a los 60
se dan cuenta de que, más allá de ciertas mañas severas, están a tiempo de descubrir
algo nuevo. Se le atreven a los proyectos postergados o, al menos, intentan
modificar algunos hábitos y costumbres que, en definitiva, nunca quisieron para
sus vidas.
Muchos médicos y psicólogos,
sugieren que este fenómeno de la sexalesencia, tal vez tenga que ver con la
aparición de lo que empieza a denominarse la “cuarta edad”: gente que vive de
los 80 a los 100 años, en perfecto estado de salud.
Según la socióloga María Inés
Pacenza, dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la
mujer tiene un lugar especial: “Ella trae décadas de experiencia de hacer su
voluntad (mientras que sus madres sólo podían obedecer) y de ocupar lugares en
la sociedad que sus madres ni habrían soñado con ocupar. Esta mujer
sexalescente fue capaz de sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el
feminismo de los años sesenta. En aquellos momentos de su juventud, en los que
los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad.
Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían
sido exclusivamente masculinas, muchas eligieron tener hijos y pocas eligieron
no tenerlos. Fueron periodistas, atletas o crearon su propia empresa. Pero cada
una hizo su voluntad. Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van
diseñando a diario. Pero algunas cosas ya están claras: no son personas
detenidas en el tiempo; la gente de 60 maneja la compu como si lo hubiera hecho
toda la vida. Se escriben –y se ven- con los hijos que están lejos, y hasta se
olvidan del teléfono porque prefieren chatear con sus amigos o escribir mails
con sus ideas y vivencias. Rara vez se deshacen en un llanto sentimental. A
diferencia de los jóvenes, los sexalescentes conocen y ponderan todos los
riesgos. Cuando pierden, reflexionan, toman nota…y a otra cosa”.
EL AMOR MADURO
A las sexalescentes, la
apariencia física no les preocupa, de la misma forma que antes. Les gusta verse
bien, pero cultivan su propio estilo, y conocen como nadie, la psicología
masculina, son expertas en el arte de la seducción, y distinguen la importancia de una mirada
cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la
experiencia.
“A los 60, el amor puede ser tan
fuerte como en la juventud. Se tienen la misma ansiedad, nervios, miedos y
vergüenzas. Se está frente a una primera vez, el primer encuentro entre esa
mujer y ese hombre; pero las expectativas y los proyectos no son los mismos. La
búsqueda ya no apunta tanto a la convivencia, o a formar una familia.
Se pretende compañía, para
compartir salidas, alegrías y tristezas, contar con alguien que escuche, que
apoye, y contenga. La razón y el enamoramiento se entrecruzan, y se
complementan, y las experiencias vividas, negativas o positivas, van a influir
en las necesidades y expectativas de la búsqueda de una nueva pareja”,
dice la psicóloga Hilda Levy, autora del libro Mujeres de 60.
Y no sólo se atreven a una
segunda oportunidad en el amor, sino que también se destacan en cargos
importantes, que requieren madurez y experiencia. Allí están mujeres como
Michelle Bachelet, a cargo de ONU mujer y Ex presidenta de Chile; Hillary
Clinton, secretaria de Estados Unidos; o Ángela Merkel, Presidenta de Alemania.
“Ahora reempieza a elegir a estas mujeres experimentadas –dice la socióloga
española Rosario Martínez Arias-. Ellas cuentan con otros valores adicionales,
propios de su edad, como la seguridad y la gran capacidad de lucha que poseen,
ya que han tenido el camino más difícil que los hombres”.
Hace unos años, la consultora
Strategy One, realizó para la firma Dove, un estudio en diez países (entre
ellos Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Japón), en el que el 87% de las
mujeres dijeron que no se identificaban con la mujer que era su madre a su
edad, y el 86% se declararon orgullosas de los años que tenían.
“No son las arrugas las que
denotan la edad, sino la postura, la actitud, los temas de conversación, lo
actualizado de nuestras opiniones y el mensaje que irradia nuestro cuerpo – dice Hilda Levy-. El
sonreír, el saber escuchar, el sentido optimista ante las contrariedades, la
jovialidad y lo interesante de nuestra imagen para que los demás disfruten de
nuestra compañía”.
Al parecer, estos sexalescentes
llegaron para demostrar que el placer no se desvanece con el correr de los
años, por más que los sentidos vayan perdiendo, poco a poco, la fidelidad y
frescura de la juventud. Todo es, en definitiva, una cuestión de actitud. Ellos
intuyen, o saben por experiencia, que el optimismo protege el cuerpo y el alma.
Y, por lo que se ve, mal no les va.
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