lunes, 13 de julio de 2015

De SUEÑOS y OCÉANOS…

nuestra recomendación en libros.


Hoy extraigo dos libros de mi biblioteca, para recomendarles; y son de una prestigiosa Autora Riocuartense; a quien conozco de cerquita… (Shhh!!! Es mi vecina…)
ANA EMILIA MOGLIA,  sus dos obras: ”La ruta de los sueños”  y “Al otro lado del océano”. Dándoles una reseña detallada, sobre ambas novelas.







Ana Moglia nació en 1969 en Paraná, Entre Ríos. Actualmente vive en Río Cuarto, Córdoba, donde además de escribir, se desempeña como directora y docente de un colegio secundario. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y profesora de Lengua italiana.

Su novela “La ruta de los sueños” es la primera novela romántica “yerbatera” a nivel mundial, según manifiesta la Asociación de la Ruta de la Yerba Mate, pues los ya existentes, son libros técnicos, que tratan del tema.
Ana Emilia Moglia, se inspiró en una foto de yerbateros en la tapa de una revista. Inmediatamente apareció la idea, y supo que esa sería su próxima historia. Tuvo un gran desafío por delante porque el proyecto estaba verde: tuvo que ingresar en una selva desconocida y emerger de ella con un puñado de personajes cebando una historia. La investigación incesante fue la clave para lograr familiaridad con el entorno y transitar ese camino. 
Según Ella,  es imposible no involucrarse como escritor en estas historias de vida de los distintos personajes de La ruta de los sueños. Dice: ”Fue apasionante escribirla por todo lo que aprendí, por toda la emoción que viví renglón por renglón”.
  A pesar de que la historia de los Vennik, padre e hijo, protagonistas del libro, transcurre a finales del siglo XIX, la novela prescinde de un lenguaje de la época, a la hora de narrar. Y tampoco se ancla completamente en el género de novela histórica. Más cerca está de ser una novela histórico-romántica, algo que la autora define como “un género que logra un acercamiento con el lector”. 
Es autora además de la novela “Al otro lado del océano”, en la que apuesta a la posibilidad de tocar las fibras más íntimas de quienes emprendan el viaje, y lo hace con una escritura simple y amigable.
     La ruta de los sueños recibió el Beneplácito e Interés Legislativo y Provincial en Misiones, provincia donde la novela fue presentada, por lo que será tomada en principio por las escuelas secundarias de toda la provincia. Paraguay y Uruguay están en la mira de futuras presentaciones, porque, claro, hay otros países donde la infusión nacional es parte del paisaje.
  “Es un libro que describe la importancia de los legados familiares, la inmigración, los valores, los sueños personales y la perseverancia de los inmigrantes que reconstruyeron una historia nueva para la región y el país” dice su autora.

La Novela







La ruta de los sueños, de Ana Emilia Moglia, fue publicada por El Emporio Ediciones. 

La primera presentación de esta novela se realizó en territorio yerbatero, más precisamente en la Legislatura de la Provincia de Misiones.
Descripción:

Desde fines del siglo XIX y en las primeras décadas del XX tiene lugar en el Territorio nacional de Misiones, Argentina, la colonización de ultramar.
Teodoro Vennik, ucraniano, llega en 1897 al pequeño poblado de Apóstoles. Allí forma su familia; en aquella tierra roja, plena de vida, convivirán y enlazarán sus destinos pobladores originarios, criollos e inmigrantes de la lejana Europa del Este. Pedro Vennik, único descendiente de Teodoro, crece con el mandato que su padre le dicta casi como una premonición: en la yerba mate está “el secreto y el tesoro”. La Ruta de los Sueños es una historia de amores y desencuentros, de emociones y de descubrimientos personales. Una historia que rinde homenaje a la amistad verdadera y a la perseverancia.

A continuación, un fragmento de esta historia que se desarrolla en el corazón de Misiones y cuya trama tiene como eje central la yerba mate.

“Apóstoles, Territorio Nacional de Misiones. Argentina. 1943.
Dicen que cuando uno es padre empieza a comprender a sus propios padres. Eso dicen... De pequeño me costaba entender a los míos; más bien a mi padre, Teodoro Vennik. No recuerdo cuántos años tendría yo, pero debo de haber sido un gurí de cinco o seis años cuando escuchaba sus historias cada noche. No entendía qué tan “fea” –según mi vocabulario rústico aún– podría haber sido su Ucrania natal para que en este punto del planeta sintiera tanto entusiasmo, sosiego y percibiera indicios de futuro. Eso pensaba yo –aunque no con estas palabras, claro– desde mi mente infantil mientrasme espantaba los mosquitos que, gracias a los esfuerzos y recetas caseras que preparaba mi madre, la hermosa y serena Janica, podía combatir, al menos por un rato.
   Pienso que él veía mis ojos chispeantes y atentos cuando me contaba sus peripecias y entonces, –como me sucedió con mis hijos cuando eran pequeños– no se perdía el momento de contarme una por las noches, antes de dormir. Estoy convencido de que esos momentos son alimento para el alma, para los padres y para nosotros, los hijos, que los atesoramos más que todo el oro del mundo.
  Yo iba creciendo y le suplicaba que no dejara de contarme esos relatos que, con el tiempo, me di cuenta de que no eran sino sus propias historias. La que más me gustaba, –había varias– pero mi preferida era ésa en donde me narraba su llegada a la Argentina, allá por 1897. Había quedado huérfano de padres y con algunos compatriotas, se había lanzado a ultramar.
Sería la última vez que vería a Galitzia, su pueblo, una de las comarcas más pobres de la Europa campesina. También venían polacos en el barco, entre ellos mi madre, Janica Bednazh, con su familia (a esto no me lo contó, sería por pudor tal vez, pero teniendo en cuenta la belleza de mi adorada madre, que aún persiste con el paso de los años, estoy seguro de que pronto sucumbió ante su particular hermosura). Me contaba historias que él mismo escuchaba de otros.
Hoy creo que en su afán de arraigo trataba de grabarlas a fuego en su memoria, quizá para empezar a sentirse uno más del lugar... no lo sé.
  Las que no me gustaban eran esas en las que me hablaba acerca de los primitivos habitantes de estas tierras; los guaraníes. Los describía como seres robustos, de cabello oscuro y excelentes guerreros pero yo, en mi cabeza, me los figuraba como monstruos o seres horribles y feroces; sin embargo, hoy tengo a mi hermano y a mi hijo del corazón que llevan esa sangre en sus venas y a la distancia, me rio de mi propia inocencia.
  Miro hacia el horizonte y encuentro ese verde intenso que me deja sin voluntad, que me atrapó con sus redes invisibles. Ese verde que gracias a Teodoro amo con mi alma. Lo observo, respiro profundo, como si quisiera beberlo de un solo sorbo y pienso: él eligió quedarse aquí, en Apóstoles, en el “Territorio Nacional de Misiones”, –como expresaba con orgullo– un día de agosto de 1897”.

La otra Novela

Al Otro lado del Océano es una historia que narrada en tercera persona nos sumerge en dos épocas: 1925 y 1999 en donde dos historias de amor viven distanciadas por culpa del mar, de la hambruna en Europa y de un amor no correspondido, que ayudaría a la familia económicamente. Esa es la historia de María, una más que entre los miles de italianos partían a América del Sur.
Y también está Clara Ferrer, una joven que vive en Argentina, en un pequeño pueblo de la Provincia de Buenos Aires y que logra un sueño: Viajar a Italia, conocer la tierra de donde vino su abuela, quien antes de partir le cuenta un secreto.

Y como el título lo dice “Al Otro lado del Océano” está Luciano D´Incarzioli un joven magnate y competitivo de los astilleros que debe hacerse cargo de la empresa repentinamente producto de la muerte de su abuelo. Saro, el padre de Luciano había fallecido tiempo atrás en un naufragio con una brava tempestad. Luciano tiene novia y está a punto de casarse para afianzar así la riqueza de la empresa, es por ello que tiene todas sus energías puestas en “Il Saro”, una nueva nave y en la pronta exposición naval más importante de Europa donde hará la presentación.

En veinte capítulos la prosa de Ana Emilia Moglia es poesía, porque Al otro lado del Océano es una novela muy romántica, de esas que te hacen humedecer los ojos, no sólo por las desgracias que le toca vivir a los personajes, sino por el amor puro y tan fuerte que desprenden los personajes.

El título es un gran eje para esta historia que junto con el argumento es para largar suspiros que se acompaña con la elección de un contexto como Italia y las ciudades de Nápoles, la Roma, de modo que hasta ello suma para crear una novela muy romántica.
Los personajes principales contemporáneos de la novela deben pasar por tristes desgracias, que son mayores a las alegrías y que Clara y Luciano deberán luchar para ser felices.
Sin duda que recomiendo leer esta novela porque su historia es romántica, es sencilla y cuenta la experiencia (y el amor) de muchos inmigrantes que tuvieron que venir a la Argentina.

  Hasta la próxima selección…

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