Me afirmó una
amiga… Díselo a la naturaleza, que lo ubicó 9 meses cerca de mi corazón, 9
meses al compás de mi respiración, 9 meses en compañía de mi voz. Ella lo mal
acostumbró primero, que sabiamente llenó mis pechos lecheros, para seguir
siendo, uno los dos.
Que te explique la naturaleza, por qué me sonríe cuando estoy fea y me estira los brazos, loco de amor.
¿Que lo estoy
mal criando en brazos cuándo no me pide zapatos, ni un auto de lujo, tan solo
que lo tome, por besos babosos a cambio?
¡No me niego a
sus brazos! ¿Por qué negarme? Sería reprimir el amor más puro e incondicional.
Me pide brazos
porque después de pasar casi un año tan unidos como jamás lo volveremos a
estar, nuestro único consuelo es abrazarnos, para no extrañarnos tanto y
amarnos más y más.
Después de
todo, más temprano que tarde aprenderá a caminar y todo esto será un hermoso
recuerdo, de cuando una vez él fue bebé y mis brazos eran todo para él.
Así que, sin
duda la naturaleza es más sabia que ambos, lo que para algunos es “mal
acostumbrarlo a los brazos” él lo llama AMAR, MAMAR, MAMÁ.
Ni los árboles
sueltan sus frutos pequeños… los cargan hasta que estén listos, es lo
natural...
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