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viernes, 20 de junio de 2014

VIVIR EN FAMILIA…


Yo vivo en el seno de una GRAN FAMILIA… Una familia numerosa, pero sobre todo una familia que conserva los más profundos lazos sentimentales, un sentido de pertenencia, costumbres y tradiciones, compartidas y que se trasmiten a través de los tiempos.
Yo siento ORGULLO de mi familia, a pesar de todos los defectos o falencias que podamos tener, porque prevalecen, los buenos principios, valores, y costumbres que nuestros Padres nos han inculcado.
Preparando un video Familiar, para el próximo, y tradicional encuentro de Primos, trajo a mi memoria anécdotas, vivencias, recuerdos de mi niñez; y me di cuenta, que los años pasan, y ya tengo dos generaciones delante mío, para dar y seguir dando… 

Esto me llevó a la reflexión, y me inspiró a escribir sobre la Familia, sus vínculos afectivos, y el papel de los Primos y Tías…



LA FAMILIA

El día de la familia se festeja el tercer domingo de octubre y coincide con el día de la madre. Esto se cambio o se agregó, este sentido, debido a que hay muchos niños que ya no tienen a su mama, y no tienen a quien agasajar.
Este año, el día de la familia, es el 20 de octubre junto con el día de la madre, y por lo que tengo entendido, Se recuerda y se celebra, que Dios quiso nacer dentro de una familia, para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Así como una célula es la unidad básica del cuerpo humano, la familia es la unidad básica de la sociedad. Pues en ella se forjan los principios, valores, juicios, costumbres y tradiciones que dan sentido a la realidad de las personas.


El ser humano por naturaleza es un ser social, pues para que una persona sobreviva en los primeros años de su vida requiere ser asistido. Los padres no sólo se encargan de satisfacer las necesidades biológicas del bebé, sin darse cuenta en la convivencia diaria le enseñan un lenguaje, costumbres, preferencias por ciertos alimentos, en general le muestran el mundo desde sus ojos creando un vinculo que generalmente los acompaña toda la vida. Este es sin duda el origen de la Familia, que se remonta al origen mismo de la humanidad.

 Lo cierto es que la familia es núcleo de la sociedad, es una institución que ofrece a sus miembros un sentido de pertenencia, costumbres y tradiciones al ser compartidas entre sus miembros hacen que las personas se sientan comprendidas y acompañadas. Pero además la Familia es un agente cultural pues son los padres quienes se encargan de educar a los hijos para convertirlos en ciudadanos productivos que aporten beneficios a su comunidad.

 La Familia también es un espacio de desarrollo integral de cualquier ser humano y la base de su desempeño en la vida, donde el juego y la diversión deben estar presente, generando una plataforma para el desarrollo de la autoestima, la identidad personal, así como los esquemas de convivencia social.


Vivir en familia
             
No se es familia sólo por los lazos sanguíneos. La familia es más que eso, es algo que se lleva en el corazón.

Madres, padres, hijos, hijas, hermanos y hermanas… todos debemos amarnos y sentirnos bien unos con otros. Para vivir en familia hay que sentirse familia, y eso parte del corazón y del amor.

El mundo se constituye constantemente en un espacio de descomposición social que muy a menudo amenaza con una de las cosas más importantes en nuestras vidas: la familia. Y con ello no hablamos únicamente de ese concepto tradicional y ya estructurado de “familia”: madre, padre, hijos y hermanos. ¿Acaso si falta el padre o la madre ya no existe la familia? ¿Acaso si no somos hermanos de sangre no podemos ser hermanos del alma? ¿Acaso si nuestro hijo no creció en nuestro vientre ya no es nuestro hijo?

La familia no la hace la sangre sino el corazón: en algún momento hemos sentido a quien no comparte nuestro grupo sanguíneo como parte fundamental de nuestra existencia, por ende, es parte de nuestra familia, ¿cómo más podría decírsele? No debemos detenernos en las construcciones esquemáticas que las personas poco generosas de espíritu han creado. La familia trasciende las barreras de una simple cadena de ADN y llega a llenarnos el corazón con su compañía y su alegría. No importa si somos hermanos o no, no importa si somos tíos o no, no importa si somos madres o no, lo verdaderamente importante es que lo sentimos, y ningún papel ni lazo preestablecido podrá borrar la intensidad de un sentimiento sincero. La familia no es sólo una y tampoco nos llega hecha: nosotros la podemos crear, aumentar, minimizar, nutrir, concertar…

Pero, ¿qué significa vivir en familia? ¿Tenemos una familia? ¿Sabemos vivir en familia?

Vivir en familia implica mucho más que compartir un espacio físico, implica comprendernos, apoyarnos, cuidarnos, tolerarnos, respetarnos, amarnos… Una autora hindú afirma que solemos discutir con frecuencia con quienes tenemos mayor confianza, hecho que nos lleva a convertirnos en “luz de la calle, oscuridad de la casa”, pero lo cierto es que debemos empezar por valorar lo que se nos hace más cercano para luego poder apreciar con mayor claridad lo de afuera, no lo contrario.

Nosotros no somos monedas: cara para quienes nos conocen a fondo y sello para quienes apenas se acercan a nosotras.  Debemos empezar a replantear nuestras prioridades y reconocernos como personas con cualidades y defectos sin que cambiemos de pensamientos según la ocasión y el público objeto.

Vivir en familia va más allá del protocolo, puesto que hablamos de unión, solidaridad y amor puro que no se excusa en la confianza para entregar lo “peorcito” de nosotras, sino de un amor que desde la confianza encuentra su plenitud y abundancia. Habrán momentos en los que no querremos  ver a los demás “ni en pintura”, pero a pesar de las vicisitudes, siempre habrán razones por los cuales ser leales, respetuosos, justos, sonrientes y libres de prejuicios.

La familia es la cadena de ADN de nuestro corazón, es el resguardo de nuestras almas, así como podemos hacerla crecer sin límites también le podemos restarle importancia, pero lo que siempre debemos recordar es que a pesar de que en algunas ocasiones  no veamos los brazos de nuestra familia, ella siempre estará allí para regalarnos calor en los momentos de frío y desolación.



Primos y primas…

Hermosas amistades surgen de este precioso vínculo familiar.
Algunos son prácticamente desconocidos, otros tan conocidos como hermanos. Lo cierto es que sea como sea, los primos estamos unidos por la familia, y eso nos hace querernos.

Es posible que mantengamos una relación muy estrecha con nuestros primos o primas, que nos hayamos criado prácticamente en el mismo hogar y que no podamos vivir sin ellos.


Puede ser, por el contrario, que les hayamos visto muy de vez en cuando y que con el transcurrir de los años se hayan convertido en personas lejanas que poco tienen que ver con nosotras, pero…  la expresión “la sangre es más espesa que el agua” es muy cierta cuando se trata de la relación que existe entre primos y primas.

¿Por qué existe esta unión?

Porque aunque no compartamos padre y madre, compartimos abuelos, que son los cimientos de nuestra existencia. 

Provenimos del mismo árbol, un mismo origen.  Existe una unión que difícilmente puede ser rota: compartimos nuestras raíces, nuestra identidad.  Somos familia.

Así que no importa si les vemos rara vez o a menudo, si sentimos que tenemos mucho o poco en común con ellos o si nos llevamos mejor o peor…  No podemos cambiar lo que somos, lo que existe: un lazo eterno, unas raíces.  

El mundo está lleno de personas que nada tienen que ver con nosotras, así que valoremos los que sí tienen mucho que ver.


La importancia de ser tía


Ser tía es maravilloso!

Somos importantes en la vida de nuestros sobrinos, podemos actuar como madres, hermanas y amigas de ellos.
Nos encanta ser tías, está lleno de ventajas, no sólo para nosotras sino también para los sobrinos.
                                    
¿Qué es ser tía?

Una tía es una mujer orgullosa de tener en su ordenador, teléfono y casa la foto de una niña o niño que considera la persona más bella. Una mujer que sabe que su vínculo con esa criatura es para siempre y que tiene el derecho de condecorarlo con abrazos, besos y regalos… que gasta parte de su sueldo para encontrarle un juguete o para generar la cuota de las actividades extracurriculares a las que desea asistir.

Una tía es un apoyo en el crecimiento de sus sobrinos, pues a través de su presencia, aporta el amor y la aceptación que todo infante necesita para crecer de forma saludable y satisfacer sus necesidades de amor.

La tía como tal no es una madre con autorización legal, pero sí es una protectora por naturaleza. Su importancia radica es crear lazos  afectivos y asistir a los momentos en los que la rebeldía del sobrino o sobrina no cede a la autoridad de los padres, para establecer confianza y apertura.

Una tía es una señora con más abrazos y besos que  regaños, pero también alguien que establece límites, enseña con el ejemplo, estimula con métodos diferentes a los paternales, aplica una dosis de complicidad, y siempre está dispuesta a ser una oreja.

Una tía es una madre disfrazada de amiga. Un condimento extraordinario, pues tiene lo necesario para orientar, aconsejar, amar y lo suficiente para crear travesuras, hacer realidad fantasías, sueños, y aventuras.
Quien sabe desarrollar las virtudes de ser tía se siente orgullosa de serlo (yo así me siento), pues es una bendición que la vida te regala para  apoyar a un ser a crecer y creer en sí mismo.

Algunos “tips” (consejos) para ser tías excelentes:

Involúcrate.
Involucrarte con tu sobrino/a implica saber quién es él/ella; es tomar el riesgo de conocerlo, saber qué le sucede, qué siente, cuáles son sus miedos. Sin importar la diferencia de edad que tengas con él/ella, busca medios para acercarte y crea vínculos entre vosotros.
Ámalo.
Amar es sentir regocijo por la existencia de ese ser.  Disfruta de que sea parte de tu vida y no postergues por el trabajo u otras obligaciones el tiempo para compartirte con él/ella, porque el único tiempo que tienes es ahora. Expresa tu amor en todas las manifestaciones posibles, edúcalo en vivir en el amor, en la energía de construcción y ampáralo de sus temores.
Sé una “caza-fantasmas”
Busca el traje especial para vencer miedos, para quitarle la careta a esos diminutos monstruosillos que de noche y en la oscuridad se vuelven gigantes. Activa tus poderes internos y enséñale que los miedos sólo habitan en él/ella y que puede desalojarlos cuando lo desee. Que aprenda a pintar creencias poderosas en su mente, y no maneras de pensar que ya no valen.

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