El
abuso verbal es un problema que nos atañe a todos. Es tan común en la cultura
latinoamericana que se vive como algo "normal", pero está muy lejos
de serlo. Este tipo de violencia existe en cualquier tipo de relación en la que
uno considera al otro como inferior (sea entre padres e hijos,
compañeros de trabajo o parejas heterosexuales u homosexuales). Pero, debido a
que vivimos en un sistema de valores predominantemente
machista, las situaciones más evidentes se dan en relaciones en las que el hombre agrede verbalmente a la mujer.
El
abuso verbal toma muchas formas, desde la burla hasta los gritos, pasando por
comentarios entre dientes hasta la descalificación. Se da cuando el lenguaje ya
no sirve para construir lazos afectivos sino para destruir al otro, para
ponerse en una supuesta posición de superioridad, para evadir la
responsabilidad de un acto o para enmascarar una mentira o un error.
Desafortunadamente,
el que toleremos este tipo de relación viene de
un prejuicio cultural: nos han hecho pensar que no tener una relación de pareja
es un rasgo sospechoso, o bien, que una tiene que “aguantar” lo que sea para
que los hijos no sufran, pero el costo de los abusos es altísimo. Aunque no
deja huellas físicas, el abuso verbal provoca heridas emocionales profundas.
Quienes lo sufren tienen el autoestima erosionada, y los niños que lo
presencian desarrollan una visión pobre y torcida de las relaciones de
pareja.
Nuestra
capacidad de adaptación es tan alta que, para sobrevivir, muchas mujeres
hacemos como que no pasa nada. Toleramos las agresiones hasta que la violencia
pone en peligro nuestra salud física y mental. En ese punto ya no se puede
negociar nada, la mujer siempre pierde, no importa cuan dócil o amable sea,
siempre se siente en falta, al grado que ella también comienza a creer que de
verdad “se merece” la agresión que recibe.
Antes
de llegar a ese punto donde se borran los límites, es necesario identificar
cuándo se está en una situación de abuso verbal. La psicóloga y terapeuta Marie
Hartwell-Walker, considera que hay varios signos que revelan este tipo de
violencia:
1.
El sarcasmo. Es la cara “amable” del
abuso verbal. Ejemplo: Juan hace bromas sobre María, tanto en público como en
privado. A María le parecía gracioso al inicio, pero cada vez las bromas le
resultan más difíciles de tolerar porque la hacen sentir humillada. El sarcasmo
tiene el objetivo de vulnerar al otro, de menospreciar sus logros, sus
pensamientos y todo aquello que le resulta significativo. El límite se vuelve
difuso porque uno se pregunta cómo es que alguien tan carismático y gracioso
puede ser tan hiriente. Si tu pareja te usa para hacer bromas y a ti no te
causan gracia, hay abuso verbal. No lo permitas.
2.
“Estás loca”. Cuando le expresas a tu
pareja que te lastimó, él alega que estás exagerando, que eres demasiado
sensible o que estás loca, histérica, neurótica. Si le señalas que ha dicho
algo inapropiado, él responde: “Yo estoy mal, pero tú estás peor”. Si le dices
que no está siendo cordial en su trato, él te acusa de hacerlo quedar como “el
malo” de la película. Si no hay forma de que asuma su responsabilidad y construye
un argumento tan torcido que te persuade de que si algo está mal es por tu
culpa, hay abuso verbal.
3.
Tienes que tratarlo con pinzas. La
casa, ese lugar que era un refugio para ti y para tu familia, es donde más
amenazada te sientes. Los niños y tú tratan pasar tanto tiempo como puedan
fuera de casa para evitar las agresiones. Si no puedes relajarte ni un momento
porque cualquier pequeño error puede desatar la furia de tu pareja, hay abuso
verbal.
4.
Del dicho al hecho. El abuso verbal
crónico suele derivar en altercados físicos. Si empezó con palabras pero
comienza a golpear objetos que aprecias o a amenazarte con agredirte o lastimar
a las personas que quieres, hay abuso verbal.
5.
Las palabras no son sólo sonidos. Se
ha documentado que el abuso verbal produce dolor físico. Aunque uno lo toleres
por el motivo que sea, aunque uno haga como que no pasa nada, el cuerpo termina
por dar muestra de ello a través de enfermedades crónicas, alergias, etcétera.
Si en tu relación te sientes menospreciada por tu pareja y de pronto tienes
dolencias inexplicables, lo más probable es que haya abuso verbal.
El
amor no admite ningún tipo de agresión, nadie tiene por qué tolerar el
desprecio. La única forma de evitar esa forma de violencia es poniendo límites
y estableciendo distancia. Pide ayuda si es necesario y no te avergüences. Lo
que el otro diga o haga no tiene que ver contigo sino con sus inseguridades,
con la necesidad de sentirse omnipotente, con tener el poder a costa de lo que
sea. No te aferres a una relación violenta, no vale la pena. Recuerda que no
puedes evitar lo que no controlas, pero sí puedes ponerle un alto al impacto
que provoca en ti.
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