El demonio usa la
seducción y la mentira, se oculta y se disfraza, para no ser descubierto. Su
gran astucia es hacernos creer que él no existe de modo que pueda trabajar en silencio
y sin obstáculo de ningún tipo.
Él, todo un caballero, amable y
muy agradable, Silencioso y calculador; estudiaba a la presa, que muy
lentamente, haría caer en su red. Encontraba su vulnerabilidad, y ahí apuntaba.
Amigo fiel; sí que lo era. Sabía
escuchar, cuando ella se desahogaba y contaba sus intimidades. Pero era una
tumba. Nada saldría de él, ni por error.
Él es libre, y por tal, no se
compromete en ninguna relación. Y por supuesto, cualquier aventura que viviera,
lo hacía en secreto, ante los demás. Mostrando así, al mundo, que él siempre
estaba solo. Y de esta manera, siempre tendría la red abierta, para que la
presa cayera.
Nunca un Sí o un No; Tal vez,
quizás, claro, seguro, posiblemente, es su proceder. Y así, ella guardaría la
esperanza, y esperaría, que ese “algún día”, llegaría.
Su ternura, su cariño y su abrazo
contenedor, era todo el sentimiento que él brindaba; ya que para él, sólo
contaba, satisfacer su ego animal, disfrutar del placer y del buen momento.
Ella, como toda mujer, sensible,
dulce y romántica; Bonita y agradable; Cayo en su red. Vulnerable ante él,
desahogo su pena, que llevaba en su mochila. Él supo escucharla, y le entregó
su abrazo, tierno y contenedor. Despertando así también, el calor y la pasión. Confió
en su amistad, y se abrió de alma, corazón y cuerpo. Ella también era libre,
por lo que aceptó su juego, de disfrutar del momento y la pasión, en secreto.
Pero pronto, él se llamó a
silencio; Y ella, lo esperó con paciencia (Tal vez, él estaría ocupado en otra presa).
Ante alguna invitación, que ella
formulara, él siempre atento y caballero, respondía con su habitual y
esperanzadora respuesta; pero dudosa, al fin. Que solo se cumpliría, cuando el
ego-animal de él, lo necesitara.
Y así poco a poco, se fue desvaneciendo
el deseo en ella. Por lo que no insistiría en buscarlo; porque hasta en eso, él
era astuto; ante cualquier reclamo de ella, quedaba como, que era ella, quien
lo buscaba.
En las reuniones con sus amigos,
solían comentar de él, la habilidad para seducir a las mujeres, opinando que:
“no había culo, que se le resistiera”. Ella oía, y callaba, por cuanto, era una
de ellas. Pero así mismo, su atracción por él, era tan fuerte, que se negaba a
dejarlo. Aceptaba, que aunque fuera distante, cada vez que él volviere, lo
recibiría.
El tiempo fue pasando, y todo
quedó detenido. Ella tambaleando entre el odio y el amor hacia él, que aún no
se definía. Y él quizás, disfrutando de
otros momentos placenteros, con alguna de las otras presas, de su red.
Ella pasó a sumar, su lista
abultada de mujeres descartadas. Pero él también, paso a sumar la pequeña lista
de hombres aprovechadores, de la lista de ella.
Pero había algo curioso en la
lista de ella; poco a poco, cada uno de ellos, fue recibiendo su merecido. Pues
ella, contaba con la protección de Dios. Y ante Dios, no hay demonio que
resista.
Airam Ailicec Hosc
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