Da igual que seas fea o bella, lo importante es cómo te veas a ti
misma y cómo interpretes aquello que ves y si quieres que la interpretación sea
positiva, debes trabajar tu autoestima.
Si te quieres a ti misma, te gustará la imagen que ves reflejada en el
espejo, pero si te sientes triste, deprimida y aborreces tu vida, no te gustará
lo que aparece reflejado, aunque tu rostro sea el más hermoso del mundo, pues
te sentirás una persona desgraciada.
La imagen que ves reflejada en el espejo se retroalimenta con aquello
que sientes, potenciando los sentimientos que tienes en esos momentos.
Si son sentimientos de felicidad verás reflejada esa luz en el espejo
y esa luz se trasladará a toda tu vida, pero si son sentimientos de tristeza,
todo aquello que aparezca reflejado en el espejo te parecerá gris y falto de
vida.
Lo mismo sucede en la vida de cada persona. Existe una realidad y la
interpretación que hacemos de ella. Lo ideal sería que nos limitásemos a ver la
realidad tal y como es, como aparece en el espejo, pero eso sólo sería posible
si no tuviéramos pensamiento propio.
Por eso, no te dejes engañar por lo que veas reflejado en el espejo
pensando que hay una realidad única e inamovible que es tal y como aparece ante
ti, porque hay otra realidad invisible paralela creada por tu propio
pensamiento que hace posible que puedas modificar la imagen real del espejo,
dando como resultado la proyección de aquello que tú desees.
No olvides trabajar el mundo de lo invisible, donde encontrarás las
respuestas que necesitas y sobre todo recuerda que tu felicidad depende de ti.
Así que, si alguna vez te miras en el espejo de tu vida y éste no te
devuelve la imagen que esperabas, tal vez ha llegado el momento de mirar dentro
de ti mismo y determinar qué es aquello que no funciona bien y necesitas
arreglar para recomponer todas las piezas que conforman tu persona.
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