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miércoles, 1 de mayo de 2019

EL MATE

 Es una simple infusión, con sabor inconfundible que, incluso, si uno lo degusta lentamente, encuentra que no es rico. Tampoco feo: es sólo mate.
Pero he aquí el “quid” de la cuestión que nos puede develar una gran verdad: el sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores: 

-          Es la solidaridad de bancar esos mates lavados, porque la charla está buena; la charla, no el mate.
-          Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás y yo tomo, y viceversa.
-          Es la sinceridad para decir: bien, basta, ¡cambiá la yerba!
-          Es el compañerismo hecho momento.
-          Es la sensibilidad del agua hirviendo.
-          Es el cariño para preguntar, estúpidamente: Está caliente ¡no!
-          Es la modestia de quien ceba mejor el mate.
-          Es la generosidad de dar hasta el final.
-          Es la hospitalidad de la invitación, ya sea sobre un mantel de hule o en medio de los libros.
-          Es la justicia de uno por uno.
-          Es la obligación de decir gracias, al menos una vez al día.
-          Es la actitud ética, franca, leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir un mate que, querido amigo, ahora sabes, no es sólo un mate…
¡Calentás el agua! 

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