Una
ostra que no ha sido herida no puede producir perlas.
Las perlas son producto del dolor, el resultado de la entrada
de una sustancia extraña e indeseable al interior de la ostra, como un
parásito o un grano de arena.
En la parte interna de la ostra se encuentra una
sustancia lustrosa llamada nácar.
Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células
de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y
más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como
resultado, se va formando una hermosa perla.
Una ostra que no haya
sido herida de algún modo, no puede producir perlas; porque la perla es
una herida cicatrizada.
¿Te has sentido lastimado por palabras hirientes?
¿Has sido acusado de haber dicho cosas que nunca dijiste?
¿Tus ideas fueron rechazadas o mal interpretadas?
¿O quizás fueron
tomadas por alguien para presentarlas como propias?
¿Has sufrido golpes de los que adquieren ideas preconcebidas
indebidamente?
¿Has sido objeto de la indiferencia?
Entonces
¡produce
una perla!
Cubre cada una de
tus heridas con varias capas de amor
Muchas personas sólo aprenden a cultivar resentimientos, dejando
sus heridas abiertas, alimentándose con sentimientos pobres, los cuales impiden
que las lesiones cicatricen.
En la vida real vemos muchas “ostras vacías”.
No porque no hayan sido heridas, sino porque no han
sabido perdonar, comprender y transformar el dolor en amor.
Vale la pena enfrentar las heridas.
No seas vencido por lo malo, sino vence con el bien al
mal.
Romanos 12:21
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