“Muchas
personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no
lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos
últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que
tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis
de llanto o los más diversos dolores.
Me cuentan
que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan
nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En
fin, palabras más, palabras menos, están desesperanzadas.
Antes de
contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la
condolencia de un diagnóstico seguro: ”Depresión” y la infaltable receta del
antidepresivo de turno.
Entonces,
después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un
antidepresivo; que lo que realmente necesitan, ES UN AMANTE.
Es increíble
ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que
piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una
sugerencia tan poco científica!. Y también están las que escandalizadas se
despiden y no vuelven nunca más.
A las que
deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente
definición: Amante es: “Lo que nos apasiona”. Lo que ocupa nuestro pensamiento
antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces, no nos deja dormir.
Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja
saber que la vida tiene motivación y sentido.
A veces a
nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que
no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica,
en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo
cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la
amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby…
En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta
del triste destino de durar.
¿Y qué es
durar? – Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los
demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar
remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción
cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de
la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de
disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos
hacerlo mañana.
Por favor no
te empeñes en durar, búscate un amante, se vos también un amante y un
protagonista… de la vida. Pensá que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la
muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie.
Lo trágico,
es no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante…
La
psicología después de estudiar mucho sobre el tema descubrió algo
trascendental:
“Para estar
contento, activo y sentirse feliz,
hay que estar de novio con la vida”.
Jorge Bucay
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