¿De dónde venía yo cuando me
encontraste?, preguntó el niño a su madre.
Ella, entre risas y lágrimas,
apretó al niño contra su pecho y le respondió: Estabas oculto en mi corazón
como un deseo, vida mía. Estabas entre las muñecas con las que jugaba cuando
era niña. Has vivido en mi vida y en la de mi madre. Durante muchos años, has
sido acunado en el regazo del Espíritu eterno que rige nuestra casa. Cuando en
mi adolescencia abría mi corazón sus pétalos, en él flotabas tú como un hálito
perfumado. Tu tierna suavidad floreció en mi cuerpo como el resplandor rojo del
cielo que anuncia el amanecer. Primer amor del cielo, gemelo de la luz del
alba, has bajado al río de la vida del mundo y te has quedado al fin sobre mi
corazón.
¡Tú, que eras de todos, eres ahora sólo mío!
¿Qué mágico poder ha
puesto en mis débiles brazos el tesoro del mundo?"
R. Tagore
No hay comentarios.:
Publicar un comentario