Pero quiero hablar de otras lecturas que también están al
alcance de nuestros sentidos, lecturas para las que no hacen falta libros, ni
posiciones especiales, ni lugares concretos, porque siempre tendremos la
posibilidad de:
·
* Leer la mirada de un niño * Leer las arrugas de
un rostro * Leer las huellas en el suelo del bosque * Lee la alfombra
amarillenta del otoño * Leer la explosión de vida de la primavera * Leer una
noche estrellada * Leer un esfuerzo colectivo * Leer el relámpago y el trueno *
Leer la profundidad de un beso * Leer la fuerza del río * Leer un viejo tronco
carcomido * Leer el viento de agosto * Leer la fertilidad de la tierra * Leer
la rebeldía * Leer sueños nocturnos * Leer el canto de los pájaros * Leer el
silencio de la noche * Leer la fuerza de la costumbre * Leer el susto y el sobresalto * Leer el horizonte de
las montañas * Leer la esperanza de la lluvia * Leer el comportamiento del
solitario * Leer el significado de un abrazo * Leer un gesto o una sonrisa *
Leer un rostro de tristeza * Leer la suavidad de una caricia * Leer un apretón
de manos * Leer la luna llena * Leer las silenciosas pisadas en la nieve * Leer
el vuelo de una paloma * Leer la salida del sol * Leer el sonido de las
campanas * leer el ladrido del perro * leer unas manos que han trabajado * Leer
un cuerpo compañero * Leer la profundidad de tus ojos * Leer el color de los
prados * Leer la brisa fresca de la mañana * Leer el amanecer de un nuevo día.
Leer, leer, también sin libros descifrando códigos con todos
los sentidos, para que nuestra sensibilidad crezca y nuestra imaginación se
torne fecunda, para mantener un nexo de unión entre la realidad que vivimos y
el necesario mundo de los sueños, para saber quiénes somos y qué o quiénes hay
a nuestro alrededor.
En definitiva, leer para seguir viviendo.
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