En el cielo existían y existen millones de estrellas. Todas las
estrellas como todo lo visible y lo invisible han sido creadas por Dios. Las
estrellas en el cielo, como también todo lo creado por Dios son de una tremenda
variedad, al igual que nos pasa a las personas, a los animales y a los
vegetales nunca nada es igual, no hay dos personas iguales, ni dos animales
iguales, ni dos árboles o arbustos iguales. La variedad de las estrellas es
notoria por su belleza, si las contemplamos detenidamente en una noche de
verano con el cielo despejado de nubes, nos daremos cuenta que el espectáculo
es incomparable. Nos hay dos estrellas iguales ni en su tamaño ni en la
intensidad de su brillo y color que de este se desprende.
Pero entrando en la ficción de este cuento, más escrito para aquellos
que nos sentimos como niños en nuestras apreciaciones y reacciones, y además
nos gusta acercarnos al Señor en sueños, diré: Existían millones de estrellas
en el cielo. Estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes,
doradas, rojas y azules. Al igual que las personas ellas se comportaban también
de distinta forma, tienen un distinto carácter. Y un día las más inquietas de
ellas, se acercaron al Señor y le dijeron:
- Señor, nos gustaría vivir en la Tierra, entre los hombres, pues
sabemos que muchos de ellos nos aman y nos contemplan incluso con telescopios.
Nos gustaría vivir entre ellos, pues aunque sabemos que hay muchos que no te aman, hay otros bondadosos y
buenos. Los que no te aman, es que no te conocen, no saben el tremendo amor que
Tú les tienes, aunque ellos te den la espalda, pero si nos ven bajar, estamos
seguras de que todo cambiará. El Señor les respondió.
- Bien de acuerdo, bajarán el día de Navidad, pero para que ustedes
puedan bajar a la Tierra, reduciré de tamaño a todas las que quieran bajar, las
haré pequeñitas y para que los hombres no se alteren con su presencia, las haré
invisibles, aunque las que lo deseen, podrán conservar una pequeña cantidad de luz,
muy poca para no deslumbrar a los hombres.
Se cuenta que aquella noche hubo en la Tierra una hermosa lluvia de
estrellas que caían sobre todas partes, pero cuando las estrellas que caían se
acercaban a la Tierra, según iban cayendo desaparecían y poco a poco su luz se
iba casi apagando; era como un inmenso espectáculo de fuegos artificiales, que
se podía ver desde cualquier país del mundo. Las estrellas según iban cayendo,
cada una ya sabía lo que pensaba hacer: Unas se acurrucaron en los nidos de las
palomas en los campanarios de las iglesias, otras iluminaron miles de grandes
árboles en los bosques, otras quedaron flotando sobre ríos y lagos, otras, las
más atrevidas, se escondieron entre los juguetes de los niños. Aquella noche
fue maravillosa.
Pero pocos días después, las estrellas resolvieron abandonar a los
hombres y volver al cielo, dejando la Tierra oscura y triste. Cuando se
presentaron ante el Señor, le dijeron: Señor, no nos fue posible permanecer en
la Tierra. Allá existe mucha miseria y violencia, mucha maldad, mucha
injusticia. Y el Señor les dijo: Ya lo sé, ellos están hartos de contemplar la
belleza de las cosas que les he dado, pero ninguna de estas maravillas que hay
en el mundo les hace reaccionar y pensar en el gran amor que les tengo, a pesar
de todo. Vuestro lugar está aquí en el cielo. La Tierra es un lugar de paso es
transitorio, para todo el que está allí, aunque muchos piensen que nunca se van
a marchar de la Tierra y luchen por conseguirlo. Todo lo que hay en la Tierra
es transitorio, tanto los hombres como los animales o las plantas, incluso la
misma Tierra, también desaparecerán convertida en un agujero negro, como los
hombres llaman a los restos de otros planetas, que ya desaparecieron. En la
Tierra nada hay perfecto, porque lo que pasa y muere no puede ser perfecto.
Solo el cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo eterno,
donde nada perece.
Cuando todas las estrellas estaban ya de vuelta. El Señor les preguntó
si estaban todas y ellas hicieron un recuento. Nos está faltando una estrella
dijeron ellas. ¿Será que se ha perdido en el camino? Un ángel que estaba cerca
y había estado al tanto de la operación, replicó: No Señor, una estrella
resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrió que su lugar era exactamente
donde existe la imperfección, donde hay límite, donde las cosas no van bien,
donde hay lucha y dolor.
¿Qué estrella es ésa? Preguntaron las demás estrellas, Es la ESPERANZA,
respondió el ángel, es la estrella verde La única estrella de ese color. Y
cuando las estrellas miraron a la Tierra para ver a su compañera, vieron que
esta no estaba sola. La Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una
estrella verde en el corazón de cada persona. Porque el único sentimiento que
el hombre tiene y Dios no necesita tener, es la Esperanza.
En el cielo no existe
la Esperanza, porque lo que se espera allí, ya se ha transformado en realidad.
Dios ya conoce el futuro, y la Esperanza, es propia de la persona humana,
propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe
cómo será el futuro, pero confía en Dios. La Esperanza es nuestra estrella
verde, que nunca se nos apagará si mantenemos viva nuestra fe, y nuestro amor,
pues las tres virtudes, Fe, Esperanza y Amor, crecen y decrecen al unísono.
Nuestro camino al cielo será siempre positivo y nunca nos desviaremos de él, si
no permitimos que decaiga nuestra Esperanza, porque si ella es fuerte, también
lo será nuestra fe y nuestro amor al Señor.
Mi más cordial saludo para ti, que estás leyendo, y el deseo de que
Dios te bendiga.
por Juan del Carmelo
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