Parpadeaste
y estás en noviembre. Y entre parpadeos y parpadeos crecieron tus hijos, se
fueron tus padres, dejaste de ver a amigos.
Parpadeaste
y se te pasa la vida entre la puteada y el trabajo y el dinero que no alcanza y
los sueños que dejaste encajonados para 'cuando se pueda'. Y mientras
parpadeamos sin registrar al otro, nos perdimos un rato de risas, un abrazo, un
amor, una caricia y un último te quiero a ese alguien que ya no veremos.
¿Y si
dejamos de parpadear un rato?, digo ¿si nos corremos de la velocidad, del
automatismo que nos imprime la vida y empezamos a mirar?
Mira a tu
hijo mientras hace la tarea, a tu madre mientras dobla la ropa, a tu pareja
mientras comen juntos, a tus amigos cuando se juntan.
Gánale
alegría al tiempo, que si va a pasar, si va a arrasarnos, al menos que nos
lleve llenos de miradas y sonrisas. Y sobre todo, que el tiempo nos encuentre
celebrando, porque a esos momentos de felicidad yo creo que no se los lleva ni
la muerte. Quedan grabados en el espacio infinito, contagiando energía.
Digo yo, que
no sé nada, pero que tengo ganas de empezar a mirar...
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