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lunes, 29 de julio de 2013

El árbol mágico (cuento)


En el centro de una placita, de mi barrio, había un precioso y añejo árbol. El árbol tenía ramas muy largas para los costados y también para arriba. Parecía un poquito, a unos brazos locos que invitaban a los niños a subirse a él. 
Pero el árbol, que ya era muy viejito, porque tenía 103 años, estaba un poquito triste. Resultaba ser, que de tan abuelito que era, de tan pero tan requete, tan gordo que estaba – Pues había bebido mucha lluvia decían - , le pusieron una cerca a su alrededor...con un cartel. Pero como el no sabía leer... Estaba más y más triste, porque era un abuelito sin la alegría de sus chiquitos. 
Un día el árbol escuchó, - porque saben oír muy bien ellos, eh! - que alguien leía el cartelito: - “Árbol centenario. Monumento histórico nacional. Plantado por...”
Pero al árbol no le interesaba nada de esas cosas, el quería oír risas y sentir cómo se trepaban los chicos... oír los secretos que le contaban... pero no le gustaba nada cuando las personas grandes le hacían daño, escribiéndolo o rompiéndolo. 
Tanto tiempo había pasado... que el árbol ya se había cansado de esperar. 
Cuando esa tarde de primavera, un chiquito, llamado Eloy, de unos 10 años, pasó la cerca. ¡Qué contento se puso el árbol! Tanto, que escuchen bien lo que pasó: 
Eloy fue a buscar a su amigo Nicolás, para no estar tan solito. Treparon a una rama que iba para el costado del sol y se quedaron recostados contándose cosas... pequeños secretos de cosas que les gustaría hacer. 
El árbol escuchaba todo y se reía con sus hojas alegres. Entonces pensó que sería una linda idea hacer un poquito de magia. 
Eloy le contó a Nicolás que él quería poder ganar muchas veces a las bolitas para que José no se riera más de él en el colegio, y así Agustina se haría su amiga. 
Al día siguiente misteriosamente, Eloy ganó en todos los recreos a las bolitas y Agustina le dijo que lo había hecho muy bien y le regaló una bolita preciosa. Eloy estaba muy contento y guardó esa bolita como "la bolita de la buena suerte" 
Esa misma tarde, después del cole, fue saltando y cantando de alegría al árbol, a encontrarse con Nicolás y le contó todo lo que pasó. 
Así, el árbol escuchó todo y estaba muy feliz, ahora se reía muy fuerte con sus ramitas y sus hojas... - La magia funcionó! se dijo el árbol. 
Nicolás también le contó lo que quería hacer con muchas ganas y fue así como el árbol abuelito se convirtió en el ÁRBOL MÁGICO, el que concedía los sueños.


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